sábado, 16 de abril de 2011

Introducción.

Palabras de valor
“ Las virtudes morales se desarrollan con el hábito... no la poseemos por naturaleza, ni a despecho de la naturaleza, y las desarrollamos por medio del hábito... adquirimos estas virtudes ejercitándolas, al igual que ocurre con otras artes. Aprendemos a hacer las cosas al hacerlas: los hombres aprenden el arte de construir, por ejemplo, construyendo, y a tocar el arpa tocando el arpa. Asimismo, al realizar actos de justicia aprendemos a ser justos, al practicar la autodisciplina aprendemos a ser autodisciplinados, y al realizar actos de valentía aprendemos a ser valientes”

Aristóteles

Distanciados geográficamente, pero muy cerca en su pensamiento había grupos sociales que vivían en total armonía con la naturaleza o la madre tierra y en el respeto a esta divinidad desarrollaron sus virtudes morales. Al igual que el pensador, desarrollan con la práctica diaria un conjunto de reglas y habilidades que no coincidían con las practicadas en el viejo continente. Lamentablemente el encuentro entre culturas diferentes aniquiló esta muy genuina forma de vida con sus practicas, con ello la Pacha Mama y la humanidad entera es la gran derrotada al final. A partir de este encuentro todo comienza a cambiar, y las transformaciones en los grupos sociales se encargaron poco a poco a llevar adelante un culturicidio que se ha pronunciado hasta nuestros días, en lo contrario, el resistirse a los cambios que el dominante y su cultura proponían los llevaría indefectiblemente a la muerte. Entre los grupos que optaron por lo segundo estaban los admirables charrúas, defensores incansables de su tierra, de las costumbres que los ancestros le heredaron y el viejo sabio le había enseñado, defensores de sus creencias, de la libertad, de la paz y de su familia.
¿Qué diferencia hay entre perder la cultura y perder la vida? Cuando existen cosas sagradas como la palabra dada, el respeto por el sabio viejo, no faltar a la verdad o la idea de que el hombre pertenece al suelo y no el suelo al hombre... entonces tomaron el camino correcto.
Hoy aceptamos sin reproches todos los cambios y continuamos olvidando nuestro pasado, el antes y el después del contacto con el colonizador, y aunque pareciera que triunfó la codicia, la desigualdad o el rencor, yo le propongo estimado lector, rescatar un conjunto de virtudes desde lo más profundo del tiempo y la imaginación con la esperanza de acercar nuestro país al sueño pluricultural de Artigas, quizás de esta forma y humildemente entre todos lo logremos.


El autor

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